martes, 28 de junio de 2011

La vida es corta, aprovéchala.

Podría comparar nuestra vida con la vida de una mariposa. La mariposa, por regla general y salvo excepciones, vive unos treinta días aproximadamente. Es irracional, y no sabe en verdad que sus días están contados desde el momento de su nacimiento del huevo. Luego, pasa a ser la inexperta y joven oruga, lo que podemos comparar con nuestra infancia, cuando comenzamos a andar, cuando empezamos, en definitiva, a conocer nuestro alrededor. Y posteriormente se encierra en la misteriosa crisálida, lo que podríamos asemejar a la juventud, a aquella etapa de nuestra vida en la que en determinados momentos uno se encierra en sí mismo para, o bien preguntarse sobre cuestiones que nunca antes se había preguntado; o bien se cierra como método de defensa ante las amenazas de la ingenuidad infantil; o bien para encerrarse en sí mismo, creyéndose de esta manera el ombligo de mundo, bajo el estandarte de Me, Myself and I.

Tú y sólo tú eres el arquitecto de tu vida.
La vida podemos verla como un calvario que debemos cumplir, como una carga, como un verdadero handicap para aquellos que estén día sí y día también soltando sapos y culebras sobre ella. Pero lo que no saben esas personas, es que nosotros también tenemos al igual que las mariposas, nuestros días contados. Digo yo, que cuando se puede estar feliz (o al menos medianamente bien) ¿porqué no intentamos estarlo?
Que por cada minuto de tu vida que pases enfadado, odiando a alguien o simplemente diciendo lo miserable que es tu vida, son sesenta segundos que te restas de poder vivirla como más a ti te apetezca. Tú y sólo tú eres el arquitecto de tu vida.
¿Sabéis aquello que os podría ayudar a conseguir tal estado de ánimo? Es simple: daros cuenta de que respiráis el olor de la tierra mojada; daros cuenta de que podéis ver el encapotado cielo azul tras un día de lluvia; daros cuenta de que podéis oír el dulce canto de los pájaros; de que podéis saborear el amargo café de cada mañana; daros cuenta de que podéis sentir el latir de vuestro corazón; daros cuenta... de que estáis vivos.

sábado, 25 de junio de 2011

Yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles...

...como pompas de jabón. Sí, sólo son pompas de jabón. Simples pompas de jabón. Pequeñas y con escaso tiempo de vida frente a nuestros ojos. Salen todas al unísono impulsadas por nuestro aliento hacia el mismo destino y en ese mismo instante te inunda un infantil sentimiento de alegría. En cuestión de segundos, una tras otra, van descendiendo lentamente a cual hoja cae del arbol en otoño. Y al rozar, según con qué superficie, dejan apenas una pequeña latente huella de sí. Queda estancada por un instante el alma del pequeño soplador, como si hubiese emprendido un viaje con rumbo a merced del viento y hubiera perdido a mitad de camino a su compañero. 
Y en ese mismo instante te inunda un infantil sentimiento de alegría.
Pero la melancolía dura poco, hasta que vuelve la alegría del juego con su cruel sucesión. ¿Qué son las esperanzas frustradas sino ocasiones para nuevos intentos? Aun así, el juego prosigue incansablemente. Vuelven a flotar las pompas desde lo más alto y de nuevo divisa el soplador sus frágiles obras de arte con alegría durante su vuelo por el delicado espacio que las rodea. 
Cuando una de ellas es grande y fuerte, se eleva contra todo pronóstico, esquivando los obstáculos que, sin duda, con apenas un roce la harían fallecer. Cuando se eleva hacia el cielo hasta que tu vista no la alcanza...

sábado, 11 de junio de 2011

Rendirse o luchar.

Ya sé que es más fácil tirar la toalla que echarle el valor suficiente a las cosas. Porque echarle valor siempre cuesta mucho más que abandonar, que darte por vencido, que dejarlo todo por perdido...

El éxito está a un paso más allá de donde estés a punto de tirar la toalla.
Pero no te quedes sin hacer nada, actúa. No te quedes mirando a la nada que la vida pasa, el tiempo corre, los trenes continúan hasta su próxima parada. Quizás te encuentre en un momento de tu vida que no sepas qué hacer o hacia dónde ir. Pero coge uno, no el más bonito, ni el más lujoso ni el más caro. Vete al panel de información y observa los destinos que te puede deparar cada uno. Y simplemente coge aquél que te lleve a un destino el cual tú quieres, deseas, anhelas, sueñas. Sin importar lo demás. Pero cuidado y no te equivoques de andén, ya que el destino podrá ser muy diferente al que tú pretendías. Aunque lo bueno de todo tren, es que siempre tiene una próxima parada, y es ahí cuando tendrás que valorar si parar o continuar.
Pero estás en el andén, dejas que los trenes pasen y los acabas perdiendo. Luego, cuando se ha marchado, te arrepientes y gritas desesperadamente. Pero ya no se va a detener. Ni dará marcha atrás
Recuerda; es muy fácil tirar la toalla  y que sólo una cosa convierte en imposible un sueño; el miedo a fracasar. Pero… ¿sabes qué? En realidad, en la vida no existen los fracasos. Para nada. Existen sólo las experiencias. El secreto de la vida es tener más comienzos que finales. Si te equivocas de andén siempre tendrás la oportunidad de rectificar. Y, además, te llevas la experiencia de aquello y evitas volver a tomar el tren equivocado. Según dicen por ahí, rectificar es de sabios y, añado yo, que de gente sensata y madura.
No lo olvides: El éxito está un paso más allá de donde estés a punto de tirar la toalla. Entonces pregunto ¿Nos rendimos? ¿O seguimos luchando por lo que queremos? Tú decides.