viernes, 30 de septiembre de 2011

De esos...

De zapatillas y sudadera, así de simple, sin complicaciones alguna. De esos que tienen la empatía demasiado alta: de esos que se ríen cuando los demás lo hacen y lloran al ver a otros en esa misma condición. Así de tonto, así de sentimental.
De esos que prefieren conocer a unos pocos buenos, que no a muchos malos, anteponiendo la calidad a la cantidad.
Introvertido algunas veces, extrovertido otras. Dejémoslo en un atrevido un tanto tímido. Bipolar. De los que se rallan por todo. Y cuando digo todo, es todo. Celoso a momentos. De esos de los que si el rencor tuviera fecha de caducidad se le echaría a perder. Con poco que envidiarme los demás, con mucho que envidiar yo de los demás. Así pues, humilde. Pero orgulloso cuando de defender algo que me importa se trata. De esos que prefieren cine a botellón, playa a montaña, letras a ciencias.
Enamorado de las puestas de sol, de los paseos por la orilla de la paya, del tacto de la arena en mis pies, del sentir de las olas en mi piel.
De los que se quedan embobados viendo cómo llueve una aburrida tarde de domingo, y les encanta ese indescriptible olor a tierra mojada que queda tras el aguacero. 
De los que les gusta levantarse y respirar y oler el aire fresco de la mañana. De esos que tienen cuadernos con apenas unas líneas escritas y lleno de tachones. De esos que se plantan frente a un papel y les encanta dar rienda suelta a su humilde y pequeña imaginación.
De esos que ven a una chica y en lo primero en lo que se fija, por extraño que parezca, es en sus ojos. Y lo segundo, en sus labios. De esos para los que la nostalgia es el pan nuestro de cada día, y algunos recuerdos algo de lo que huyen constantemente. De los que se ocultan para llorar y se suelen guardar para sí demasiados sentimientos; unas veces contradictorios, otras veces sin sentido y bastante improbables. De esos para los que la palabra imposible no existe. En todo caso, improbable. De esos que piensan que la distancia es un castigo, y el dolor a veces un capricho innecesario del ser humano. De los que hacen de la mala suerte y el mal tino, un verdadero hábito de vida.
De los que tienen como mejor maestro al error. Y es el único con el que parece aprender un poco cómo funciona esto llamado vida, todo el mundo que tiene bajo la suela de sus zapatillas.