lunes, 28 de noviembre de 2011

Desahogo con-sentido (I).

A veces, en la vida, ocurren cosas, acontecimientos, que cuando llegan a nuestros oídos o simplemente nos damos cuenta de ellos, nos quedamos un poco como "¿¡Hola!? ¿Y esto porqué?" Sí, sí, ya sabéis. Cosas que con toda seguridad sabéis que, si lo hubierais hecho alguno de vosotros, se os mandaría directamente a la hoguera, crucificándoos previamente, para disfrute de todas las hienas que por allí transitasen.
Pero claro, en realidad y por lo general, nosotros mismos conocemos las razones del porqué sucede esto. Del porqué de la impunidad de ciertas personas ante acontecimientos que, repito, si lo hiciéramos alguno de nosotros, simples mortales, se nos caería hasta el pelo de las cejas. La razón de esto es bastante sencilla a la vez que absurda: porque se creen que tienen el control. Se creen que son importantes o yo qué sé, se creerán algo y todo. Y no son personas que se monten una película que ni ellas mismas comprenden. O mejor dicho, qué digo película: ¡gente que se monta toda una superproducción en toda regla! 
No, no. Son personas que tienen ese estúpido defecto de creerse superiores a los demás. No sé de que vais a veces, pero si pensáis que así vais bien por la vida, estáis muy equivocados (y equivocadas, que no quiero que me vengan luego con que no uso la paridad en mis expresiones lingüísticas). Y que uno puede ser bueno, vale. Pero que de bueno a gilipollas hay un paso. Paso que creo que en más de una ocasión habré dado, por una cosa o por otra. Pero, desde ahora, paso que no está en mis planes dar.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Milagros.

Desde que estamos en este mundo, casi todos los días pasan cosas imposibles, que no se pueden entender y algunas ni nos deparamos a observarlas. Y cuando la gente no entiende algunas cosas que suceden, dicen que son un milagro. Pero no nos equivoquemos pensando que un milagro, aunque sea lo normal, siempre conlleva que sea bueno. A veces los milagros son así y otras veces no, dan hasta miedo. Aunque hay gente que no cree en ellos, como todo. Pero éstas mismas personas, hasta que no les sucede alguno, no se dan cuenta de que se equivocan.
Dicen que las desgracias nunca vienen solas, ¿verdad? Igual a los milagros les ocurre lo mismo. Que un día comienzan a pasar y ya nunca se acaban.