sábado, 28 de enero de 2012

Desahogo con-sentido (IV)

Hoy intentaré ser breve. Estoy muy agobiado con tanto examen de por medio. Con tanta rallada sin sentido rondando por mi cabeza. Y de ahí mis siguientes palabras fruto de una pequeña reflexión con uno mismo.

Si pensásemos dos veces las cosas antes de hacerlas, nos ahorraríamos muchos sufrimientos. Pero iríamos en contra del principio por excelencia de la mayoría de los mortales. Ese que dice actúa primero y piensa después, ese que va de primero disparar y luego preguntar, "uy, ¿a quién he matado?".
No nos damos cuenta. O es que no queremos hacerlo, que también puede ser. Pero aún quedan personas con corazón en este mundo, ¿sabéis? Aún quedan. ¿Y sabéis también el porqué de que cada vez haya menos personas de esas? De esas que tienen sentimientos, detalles con los demás, sonrisas fingidas y muy costosas con el único fin de arañar en la cara de esa otra persona otra sonrisa pero que ésta sí que sea real, de esas que en ocasiones se confunden con un maldito oso de peluche de cualquier tienda de juguetes de tanto dar y regalar abrazos... ¿Sabéis el porqué? Por culpa de todos. Sin excepción. Por no saber conservarlas. Porque este tipo de personas son como una hoguera: que como no tengas cuidado y te despistes lo más mínimo, se apaga. Y se va. Y no intentes ya encenderla, porque sólo lograrás quemar más aún esas cenizas que fueron algo y que ya no lo serán.

domingo, 8 de enero de 2012

¿Qué tal si nos bebemos nuestros problemas?

¿Sabéis cual suele ser el uno de los problemas más tontos del ser humano? El crearse problemas de donde no los hay, sacar agua del pozo que está seco. En este orden de cosas,  el preocuparse cuando algo parece que no va bien. Diréis, oye, que eso no es un problema... que cuando alguien se preocupa por algo, es porque ese algo le importa. Sí y no, me explico. Como he dicho, cuando algo parece que no va bien. Eso es. En los tiempos que corren, que algo vaya bien suele ser bastante extraño. Ya más aún que vaya muy bien. Siempre suele suceder algo que joda rompa ese gran momento que parecía que era perfecto, esa situación que parecía que iba a para sobresaliente y se queda en el suficiente raspado y gracias. Las personas suelen padecer un extraño suceso: dícese de aquel que está tan acostumbrado a que algo vaya bien que cuando sucede cualquier cosita, por pequeña que sea, ya se está rallando. Y algunas, creédme, son tan insignificantes como el cerebro de un mosquito (o de un cani, ya puestos en el caso).

En fin, la cosa es que siempre, siempre, todos tenemos problemas: ESO ES UN HECHO. Lo que tenemos que intentar hacer es deconstruirlo, hacerlo pequeños añicos como si de un cristal roto se tratase, hasta hacerlo desaparecer. Os pondré un ejemplo: pongamos que el contexto donde nos encontramos es un vaso, un vaso de cristal. Y el problema nos viene en forma de agua, de agua que un tercero nos vierte encima. Ante esto, lo que solemos hacer es ahogarnos en él (yo el primero). Pero, digo yo, ¿y si nos la bebemos? ¿No serían las cosas mucho más fáciles si nos bebiéramos nuestros problemas? Claro que sí, ¡y brindemos a la salud de quien nos ha vertido el agua encima! ¿Porqué? Porque gracias a esa persona, uno aprende. Aprendemos de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros compañeros... ¡yo aprendo hasta de mi gato! Y, también y porqué no, de nuestros enemigos. Yo aprendo mil veces más de mis errores y de mis enemigos que de las cosas bien hechas y de mis amigos. Recordad que gracias al dolor uno aprende a defenderse. ¿Bicho raro? Quizás, quien sabe. Pero dejadme que me gusta.

Y ahora, para acabar, os dejo con una canción de Extremoduro de la que personalmente me encanta la letra.

Acostumbrado a escapar de la realidad, perdí el sentido del camino.


jueves, 5 de enero de 2012

Un nuevo año plagado de cambios.

Comienza una nueva etapa, un nuevo año. Y ello conlleva aceptar determinados cambios en tu vida. No todos nosotros estamos preparados muchas veces a esos cambios; bien porque no nos gustan, bien porque pensamos que más que ganar, vamos a perder. Pero, queramos o no, hay veces que se nos vienen impuestos desde fuera y que sabes que vas a tener que acabar asumiéndolos. Así es que, qué mejor que ir acostumbrándote a ello para que ese maldito cambio no te ocasione más daño del deseado.
Pero, irremediablemente te paras a pensar algo así como "Joder, pero porqué. Porqué no podrán ser las cosas como uno quiere que sean." Que sí, que claro, que las cosas como uno quiere que sean, quizás me parezcan bien a mí pero no al resto. Y no, porque sino ya nos metemos en el círculo del egoísmo y eso, si bien a veces y según el contexto en el que estemos puede ser "bueno", en el de los cambios que afectan a más de dos personas no lo suele ser. Por mucho que nos cueste, tenemos que pensar un poquito más en los demás, y más cuando son personas que te quieren, que te aman, que están ahí para ti cuando lo necesitas... Aunque a veces nos ceguemos con tonterías y cosas que si las pensásemos en frío, no las habríamos hecho nunca quizás. No por ello me arrepiento de algo que haya podido hacer o dejado de hacer en el pasado. Que a lo hecho pecho, y que para todos los problemas hay una solución menos para la muerte (cosa que no descarto que acaben sacando...)

Como iba diciendo, los cambios, los malditos cambios que no nos gustan a veces tanto. Yo, en lo personal, soy una persona que le cuesta mucho asumir cambios. Digamos que si vengo acostumbrado a caminar por una línea, y me dicen de golpe y porrazo que debo cambiarme a otra, aunque esté al ladito, a apenas unos centímetros, me cuesta. Y quizás exagere, pero ya dicen que exagerando las cosas parece que uno se entera mejor. Y al igual que yo seguro que habrá más gente (sino, me preocuparía un poquito bastante). Creo que a veces actuamos de manera tan mecánica con las cosas que con nada que lleves haciéndolo así un determinado tiempo, a cual costumbre, cuando te comunican que tienes que dejar de hacer las cosas de la manera A para hacerlas de la manera B, se te cae el mundo encima. 

Así es que, si esos cambios queramos o no vamos a tener que acabar asumiéndolos, qué mejor que ir acostumbrándonos a ellos y que sea lo que [inserte aquí la divinidad que desee] quiera que sea.