sábado, 28 de enero de 2012

Desahogo con-sentido (IV)

Hoy intentaré ser breve. Estoy muy agobiado con tanto examen de por medio. Con tanta rallada sin sentido rondando por mi cabeza. Y de ahí mis siguientes palabras fruto de una pequeña reflexión con uno mismo.

Si pensásemos dos veces las cosas antes de hacerlas, nos ahorraríamos muchos sufrimientos. Pero iríamos en contra del principio por excelencia de la mayoría de los mortales. Ese que dice actúa primero y piensa después, ese que va de primero disparar y luego preguntar, "uy, ¿a quién he matado?".
No nos damos cuenta. O es que no queremos hacerlo, que también puede ser. Pero aún quedan personas con corazón en este mundo, ¿sabéis? Aún quedan. ¿Y sabéis también el porqué de que cada vez haya menos personas de esas? De esas que tienen sentimientos, detalles con los demás, sonrisas fingidas y muy costosas con el único fin de arañar en la cara de esa otra persona otra sonrisa pero que ésta sí que sea real, de esas que en ocasiones se confunden con un maldito oso de peluche de cualquier tienda de juguetes de tanto dar y regalar abrazos... ¿Sabéis el porqué? Por culpa de todos. Sin excepción. Por no saber conservarlas. Porque este tipo de personas son como una hoguera: que como no tengas cuidado y te despistes lo más mínimo, se apaga. Y se va. Y no intentes ya encenderla, porque sólo lograrás quemar más aún esas cenizas que fueron algo y que ya no lo serán.

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