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sábado, 26 de enero de 2013

Perdona, siento traerte esos malos recuerdos.
No te preocupes. Ya me he acostumbrado a que ella no esté aquí conmigo. Es como cuando cambiaron de la peseta al euro, o cuando de repente en el colegio nos dijeron que hay que llevar uniforme. Al principio te parece todo raro, pero con el tiempo te acabas haciendo la idea de que todo cambia. El paso del tiempo... es realmente escalofriante. Pero para bien o para mal, borra por igual tanto las alegrías como las penas.

sábado, 14 de julio de 2012

Desahogo con-sentido (VII)

Hoy es una de esas noches nostálgicas en las que mi mente sólo se llena de recuerdos. Algunos los catalogo de recuerdos inútiles. Otros, de bonitos. Otros, que hacen daño. Otros... otros que yo qué sé qué sé yo cómo llamarlos. Y de ideas. De muchas ideas de ciertas cosas que uno ve por ahí, oye y calla. Y calla. Y vuelve a callar. Hasta que explota. 

Hipocresía. ¿Por qué? ¿Por qué os encanta tanto ser falsos? ¿Os pagan? ¿Os da morbo? Porque es que no lo entiendo. Tenéis demasiadas caras. Tantas, que ni vosotros ya os acordáis de las que tenéis. Y, claro, es cuando llega la confusión y no sabéis ya ni cuál de ellas poneros. Me dais asco. Mucho asco. Y ya estoy aguantando demasiado creo. Otro en mi lugar habría ya cometido alguna locura. Y posiblemente ésta revistiere la figura de delito. Ay si la mente delinquiera... estaría ya en la cárcel y con cadena perpetua probablemente. 
Pero bueno, la verdad es que uno ya está curtido en este tipo de campos de batalla (en el de la hipocresía me sigo refiriendo). Y ya como que me resbala bastante todo. Como que estoy intentando aprender a pasar de todo. Y cuando digo todo, es todo. Me va a costar muchísimo esfuerzo, la verdad. Porque no soy así. Pero si tengo que serlo para dejar de sufrir o, al menos, para no sufrir tanto, mejor que mejor.
Pero, por ahora, a ver si mis amigas las lágrimas me ayudan a arrastrar un poquito lo que tengo dentro de mi y lo lleva lejos, muy lejos, allá donde no pueda ni verlo...

domingo, 13 de mayo de 2012

¿Y si mi problema tiene, como única solución, el olvido?

Pues va a ser complicado solucionarlo, pero no imposible. Así que, comienza a olvidar poco a poco. Es como alguien que tiene que dejar el alcohol: no puede dejarlo de un día para otro de golpe porque recaería en seguida. Con el olvido opino que ocurre de forma parecida: no podemos dejar de olvidar de un día para otro de golpe, tenemos que ir olvidando poco a poco cada recuerdo sin hacernos mucho daño.

Vale. Todo esto me pasa por hacerme ilusiones.

Ya. Si las ilusiones... las ilusiones son las armas más peligrosas con las que podemos jugar.

jueves, 5 de mayo de 2011

Cicatrices del pasado.

Los fallos y defectos de la mente son como las heridas en el cuerpo; aunque se empleen todos los cuidados imaginables para tratar de curarlas, siempre quedará una cicatriz. (François de la Rochefoucauld).
Por ello, no estoy de acuerdo cuando dicen que el tiempo cura las heridas. Las heridas perduran. Y tanto. Con el tiempo la mente, para proteger su prudencia y sensatez, simplemente las cubre de una serie de cicatrices y así es como el dolor se atenúa, disminuyendo un poco. Pero nunca desaparecen, ya que siempre tendrás ahí la cicatriz que te recordará aquello que te la causó.
En cierto modo puede llegar a ser hasta bueno y todo que tengas algo ahí que te recuerde el error que cometiste. Puede ayudarnos a no volver a tropezar con la misma piedra. Aunque en cierto modo, eso sería un poco querer luchar contra la naturaleza del ser humano. Éste piensa, por regla general claro, y justifica sus acciones e intenta las cosas más de una vez para averiguar si hay algún otro camino, alguna variante a lo que ya ha intentado y ha fracasado para lograr la victoria en su propósito.
No obstante, y a pesar de ello, no debemos olvidar que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Carpe Diem.


Y hay que darse cuenta que la vida no es tan bonita como nos la pintan de pequeños. La vida, la verdadera vida, es una continua lucha y un continuo aprender. La vida es un continuo caer y volverse a levantar, caer de nuevo y volverse a levantar, porque… ¿Cuántas son las veces que os habéis caído y pensabais que no os podríais levantar nunca más? Miles de veces, estoy seguro. ¿Y cuántas os habéis levantado? Esas mismas miles de veces... estoy seguro.
Quizás lo que ya más “duela” sean los recuerdos. Nunca hay un porqué para un recuerdo. Llega de repente, así, sin pedir permiso. Y la verdad es que nunca sabes cuándo se marchará. Lo único que sabes es que lamentablemente volverá a tu mente de nuevo en algún otro momento, aunque por lo general son momentos... momentos que no quieres que vuelvan más. Aunque poco a poco me doy cuenta de cómo hacerlo, de cómo hacer que se marchen lo más rápido posible esos recuerdos. Basta con no detenerse demasiado en ellos. En cuanto llega el recuerdo hay que alejarse rápidamente, como el que huye de un peligro, hacerlo enseguida, sin miramientos, sin concesiones, sin enfocarlo, sin jugar con él, sin hacerse daño... Pero aunque sólo sean instantes, uno lo pasa mal, y tendemos a ponernos mal o incluso dejar asomar algunas lágrimas por nuestros ojos. Y es ahí cuando tenemos que decir ¿y vale la pena esto? ¿y vale la pena derramar lágrimas por algo o alguien que no es nada ya? Sinceramente, no se las merece.
En fin, si algo se aprende de todo, es que hay que vivir el momento, carpe diem. Hay que disfrutar de lo que tenemos, por poco que sea pero por eso mismo con más ahínco debemos conservarlo. Y nunca, pero nunca, olvidemos que el único tiempo que podemos perder es el que todavía no ha llegado, porque el tiempo que pasa no lo puedes recuperar. El tiempo pasa inexorablemente por nuestras vidas y cada instante que va pasando no se volverá a repetir nunca más. Nunca más vivirás ese segundo, ese minuto, ese momento...que ya pasó.