viernes, 21 de enero de 2011

Injusto y sin sentido.

Caminamos en busca de algo sin saber el qué realmente. Aunque bueno, es importante saber que en ese camino en esa búsqueda incesante de eso a lo que algunos denominan felicidad, otros bienestar y otros simplemente no saben ni cómo llamarlo, no vayas solo. Porque hay personas que no son de estar solas, hay seres que no saben vivir en soledad. Y con esto quiero decir que sí, hay seres que si que saben (o es que ellos quieren) vivir así. ¿Curioso verdad? A veces que lo único que queremos es estar solos y vivir nuestra vida independientemente de los demás, a cual huraño en su cueva. Allá cada uno con su vida, ahí yo no me meto. No obstante, otros buscamos precisamente lo contrario. El ser humano qué curioso que es… A lo largo de ese camino vamos conociendo a personas, tan peculiares como las piedras, ni una igual, ni una idéntica, todas distintas y con algo nuevo que ofrecerte. Y en ocasiones esa persona te provoca en tu interior un algo especial que no sabemos cómo denominar. Y si estáis pensando en la palabra ‘amor’ no, no es amor precisamente. Ni siquiera ‘amistad’ en sentido estricto. Es un algo indescriptible. La cosa es que, sientes algo que no sabes definir. Al principio todo es genial, porque todo sigue a cual guión establecido. Pero nada, pasa un pequeño espacio de tiempo y como que parece que para esa persona ya ni existes ni nada. Y a pesar de intentar mandarle señales con bengalas diciéndole “Eh, eh ¡Qué estoy aquí! ¡Qué sigo aquí! No te olvides de mi, que yo no me olvido de ti…”, ni caso. Lo que se dice (y permitidme la palabra) ni puñetero caso.  
Pero claro, luego ves que hacia otras personas sí que mantienen esa “pequeña” relación que tú más quisieras la mitad de la mitad que esa. Te das cuenta que eres un Don Nadie. Un Don Nadie que continúa por ese camino a cual alma errante, pero sin contar con esa persona ya. Y te duele, ¡claro que te duele! Te duele porque te hubiera gustado que te acompañase, no todo el trayecto, tampoco pidamos peras al olmo, pero sí mucho más de lo que lo ha hecho. Porque pensabas que podrías llegar a ser…algo parecido a lo que es un amigo. Ojo, digo parecido. Algo parecido a lo que es dos personas normales que mantienen una relación más o menos llevadera y buena. Pero nada, ya la mínima relación (y si es que hay) que mantenga hacia ti es algo ya completamente artificial y lo más importante… ¡exclusivamente porque sale de ti! Tampoco te vayas a pensar que al menos sale de esa persona el iniciar algo similar a lo que se le denomina una “conversación”. De eso nada. Porque según el sistema lingüístico para que haya una conversación debe haber dos personas, llamadas emisor y receptor, y lo que queremos transmitir, un mensaje. Pues bien, la mayoría de las veces “no hay” ni mensaje. Lo entrecomillo porque es así. Se trata de un mensaje falto de contenido, con palabras vacías por dentro y sin nada que ofrecerte y mostrarte.
En fin, hay que asumirlo  queramos o no. Porque desgraciadamente y sin saber porqué, nos convertimos en la miserable sombra de lo que fuimos y por culpa de eso verdaderamente se pasa mal. Lo mismo esas personas están ahora mismo…no sé que estarán haciendo, pero sea lo que sea, seguro que no estás tú en su mente precisamente, pero ni ahora ni a lo largo (de nuevo permitidme la palabra) del todo el puñetero día. Ni una miserable milésima de segundo de las veinticuatro horas que tiene el día. Y lo sé, porque lo sé. Eso me llena de una profunda tristeza. Porque yo al menos mientras escribo esto pienso en esas personas. Esto es fruto de ellas, precisamente. ¿Qué paradoja, cierto? La vida en sí mismo es una auténtica paradoja. Pues eso. Y así un día y otro día… Siento cada vez más que mi papel aquí es meramente formalista y presencial, y nada más. Ya uno no disfruta como antes, porque no. Sinceramente, no sé qué hago aquí. No sé qué hago aquí en este mundo tan verdaderamente injusto y sin sentido. Hasta que el vaso acabe por colmar. Y ya entonces a ver qué pasará con el agua que se derrame…ya lo veremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario