domingo, 13 de mayo de 2012

¿Y si mi problema tiene, como única solución, el olvido?

Pues va a ser complicado solucionarlo, pero no imposible. Así que, comienza a olvidar poco a poco. Es como alguien que tiene que dejar el alcohol: no puede dejarlo de un día para otro de golpe porque recaería en seguida. Con el olvido opino que ocurre de forma parecida: no podemos dejar de olvidar de un día para otro de golpe, tenemos que ir olvidando poco a poco cada recuerdo sin hacernos mucho daño.

Vale. Todo esto me pasa por hacerme ilusiones.

Ya. Si las ilusiones... las ilusiones son las armas más peligrosas con las que podemos jugar.

viernes, 4 de mayo de 2012

Esa puta llamada vida.

Va siendo hora de asumirlo, Fran. La ley de vida no es indiferente a nadie y no deja de actuar. Es la única ley inderogable que existe y existirá entre nosotros por y para siempre. Pero, como toda ley que se menosprecie, debe tener su carácter de injusticia. Y esta no iba a ser menos. Es una ley injusta. Se ceba con los buenos y recompensa a los... dejémoslo en un "no tan buenos". 
El problema es que el pensamiento de "pasa de ellos, ya el tiempo les dará lo suyo" no es que me consuele mucho y menos aún ahora. Cuando sé que, aplicando esta ley, caeré yo antes que todos esos que tratan de tirarme. A mi, a los que me rodean y a los que quiero.

Sigamos con ella. Ella... Al menos me siento orgulloso de no ser de aquellos que no valoran lo que tienen hasta que lo pierde. Yo la valoré siempre mucho aunque, para qué engañarnos, no fue hasta cuando su salud pendía de un hilo cuando no había día que no escapaba a mi pensamiento. Días que me ha costado horrores tener que anteponer una sonrisa a una lágrima, una buena cara a un mal pensamiento, un estar rodeado de personas a un estar solo.
Y ahora señores, ahora es cuando he recibido otro palo en mi vida. De esos que duelen. De esos que dejan marca. De esos que... desearías recibir antes otro que ese. Aunque bueno, lo veía venir. Y dicen que cuando uno ve venir las cosas, como que sabe acomodarse al golpe, llorar lo menos posible y aguantarse al dolor. No obstante... nobody say it was easy, como diría cierta canción de Coldplay que me acompaña mientras escribo estas húmedas líneas.

La solución se plantea bien simple: venirse arriba. No queda otra. No me vale de nada estar ahí, a ras de suelo, contemplando como la gente sigue caminando allá donde vaya y yo allí respirando polvo. No. Y hasta yo lo reconozco y me lo digo delante del espejo: Fran, tienes que venirte arriba. Remontar el vuelo. Lo sé, así que no necesito que nadie me diga eso. Digamos que la teoría siempre la he llevado de notable. Donde siempre he suspendido es en la práctica. Y aquí es donde está el verdadero problema. No sé cómo hacerlo. Me encuentro como en la situación de un escalador inexperto que nunca ha escalado por esta montaña llamada ley de vida. Y que, aunque quiera llegar a la cima y enclavar allí su bandera, no sabe cómo ni dónde ir clavando esos puntos de apoyo que le ayuden llegar a lo más alto. Así estoy. Y así estaré hasta que alguien descubra un mapa que te indique cómo salir de esta. Aunque lo más irónico de todo es que tendré que ser yo quien encuentre ese mapa.

Supongo que... estarás bien. Allí arriba. O abajo. O donde quiera que estés ahora mismo. Que siempre me quedaré con las ganas de darte otro abrazo, y de que tú me lo des; y de que me entretengas durante una tarde jugando a un juego que ni sabes cómo se juega con tal de verme sonreír; y que me des parte de tu comida en esos momentos en los que esperaba a que vinieran a recogerme de tu casa; y volverte a ver cómo te comías las uvas en nochevieja minutos antes que todos nosotros y yo reírme por ello; y que me vuelvas a dar mi regalo de cumpleaños envuelto en una servilleta del restaurante en el que estemos, ya sabes lo qué; y volver a escucharte decir todas las cosas que me decías y que no caben aquí y que, a fin de cuentas, quiero que queden entre tú y yo.  
Y que nunca olvidaré eso de "tú estudia, que seas alguien el día de mañana". Lo pensaba ser. Pero ahora, más que nunca, lo pienso ser. Por mi obviamente. Pero desde ahora por ti también. Para que sigas bien orgullosa de mi como demostrabas en tu mirada cada vez que nos veíamos.

Y que... te quiero.

domingo, 8 de abril de 2012

Desahogo con-sentido (VI)

"Estamos hechos de cicatrices, depende de nosotros cerrarlas o dejarlas sangrar".

Por más que digan, uno aprende verdaderamente cayendo. Ni experiencias ni habladurías de los más mayores. Nada de eso te enseña tanto como una caída. Y no sólo una vez, sino una tras otra... Hasta que quede una cicatriz que te haga recordar esos errores que cometiste y que te hicieron ser ahora quien eres. A fin de cuentas, las cicatrices del pasado sirven para eso: para que no se te olvide cuándo y porqué caíste, o no tiene porqué ser que hayas caído tú. Muchas veces no caemos nosotros solitos, sino que hay alguien que nos empuja y provoca nuestra caída.  Así, nos recuerdan también quién te empujó a que rozaras tu cuerpo contra el suelo. Y todo ello para que no lo vuelvas a hacer y la próxima vez esquives el golpe. O al menos, lo intentes. Ya que por más que uno intenta esquivar palos, siempre hay alguno que no ves y que te golpea de lleno. Porque claro, sabes el daño que te hiciste y, lo más normal, será que no quieras volver a sangrar. Salvo que seas un masoquista, que ahí entonces ya apaga y vámonos. 

Así, las cicatrices son buenas visto así: te hacen recordar el qué te las provocó y la enseñanza que obtuviste de aquella. Y lo más importante: nos hacen recordar que el pasado, efectivamente, fue real.

jueves, 29 de marzo de 2012

Que una sonrisa nunca está de más.

¿Sabéis qué es lo mejor de una sonrisa? Que arregla la mayoría de las cosas, siempre es positiva. Te recarga la energía, las ganas de seguir adelante, porque las cosas nunca están perdidas. Por eso no dejes atrás las ocasiones para sonreír, por que siempre hay más que las que tengas para llorar. Por que siempre encontrarás la felicidad en las cosas más pequeñas, en las más insignificantes... pero que para ti, lo pueden significar todo.

Sonreír es gratis y sano, de agrado y fácil.

sábado, 24 de marzo de 2012

Desahogo con-sentido (V)

No hay ninguna persona en el mundo que haya sido hecha para manejar cada golpe que recibe. No estamos hechos de esa manera. De hecho, estamos hechos para enojarnos, llorar, entristecernos, ser heridos, tropezar y caer; sentir. No estamos supuestos a ser capaces de manejar todo. Pero eso es lo que nos hace más fuertes al final. Al aprender de las cosas que perjudican a la mayoría de nosotros. 

Cada acción debe considerarse individualmente realizada. Y analizar cada valor y cada perjuicio que de la misma se deslinda. Cuando los perjuicios superan a los valores, cuando se está sufriendo más que disfrutando, cuando se llora más que se ríe, puede que lo que estés haciendo no valga demasiado la pena. La gente no se percata de que al igual que "un gran poder, conlleva una gran responsabilidad" también "la realización de una determinada acción, conlleva una gran responsabilidad". Más, si ésta, atenta contra sentimientos o emociones. Más aún, si atenta contra la vida de uno.
En ocasiones nos preocupamos más por cosas pasajeras que por aquellas que siempre tenemos ahí. Puede que precisamente sea por eso, porque sabemos que lo tenemos ahí, y que nadie nos la quitará o arrebatará de nuestros dominios. Hasta que un buen día, llega un huracán y lo barre todo. La seguridad es buena y mala: es buena en manos de alguien inteligente, en manos de alguien que sepa usarla sin hacer daño a nadie, que dicha seguridad le sirva de base y apoyo a mantener aquello que quiere consigo mismo sabiendo y teniendo la seguridad, valga la redundancia, que no lo perderá pase lo que pase; es mala en manos de alguien completamente contrario, en manos de una persona que, dando por cierto y seguro cosas que ni han sucedido o quién sabe si pasarán, actúa sin importarle el "perder" aquello que quiere. Y va entre comillas porque para dicha persona, en realidad no observa que lo puede perder, precisamente por esa asquerosa seguridad. Errónea seguridad.

De ahí la razón de ser de mis primeras líneas, que no estamos hechos para poder manejar todo, para poder tenerlo todo bajo control. Tenemos que estar preparados para los imprevistos, para cuando las cosas no nos salgan del todo bien que esperábamos en un principio. En definitiva, tenemos que estar preparados para equivocarnos, fallar, caernos y volvernos a levantar. Y así, una y otra vez. Porque total, si esta es la dinámica del juego de la vida... ¿qué mejor que ir aprendiendo sus reglas cuanto antes mejor?

martes, 14 de febrero de 2012

Vosotros lo llamáis San Valentín. Yo, el día de El Corte Inglés

Pedirle un detalle a alguien es como exigir que te aprueben un examen. Es decir, que no es normal. Para aprobar un examen, por regla general, se debe estudiar de manera que le demuestres al que te corrige que tienes los conocimientos suficientes acerca de la materia como para que considere que, por lo menos, tienes una mediana idea de ello. Por lo tanto, requiere un esfuerzo personal, una fuerza de voluntad que la única persona que puede hacer que nazca es uno mismo. Ni tus padres, ni tus amigos ni nadie. No obstante, éstos te ayudan a ello con sus ánimos y demás. Pero la fuerza de voluntad no te la dan ellos, debe salir de ti mismo. 
Pues un detalle, o los detalles en general, les ocurre igual. Que no tienen porqué exigirse a una persona para que los tenga contigo. Son como regalos. Y los regalos que yo sepa no se piden, simplemente se esperan. A no ser que quieras algo totalmente fingido o artificial, a lo que puedes dejar de leer esta parrafada fruto de una reflexión personal matutina conmigo mismo.

Pues bien, hoy justo hace un año escribí acerca de este día, del catorce de febrero. (Podéis leerlo aquí.) Del día inventado por El Corte Inglés para promover aún más  el amor consumismo a pesar de estos tiempos que corren de crisis debilitamiento económico. La cosa es que me hace mucha gracia alguna de las cosas que se leen por ahí, principalmente Twitter (sí, por si no lo sabéis, amo esta red social).

Es que, en serio, me frustra demasiado y me da asco (ahí, en negrita subrayada para que se note) cuando dicen hoy es 14 de febrero, día de los enamorados. Y digo yo, ¿qué narices pasa aquí? ¿Que el resto del año ya no se está enamorado? ¿Que si hoy no demuestras tu amor incondicional a tu pareja se acaba todo o qué? ¡Venga ya!

Es que entonces eso sería lo mismo que decir que un padre no es padre menos en el día del Padre. Un padre es padre todo el año; y una madre es madre todo el año y no sólo el día de la Madre, y ya está leñe. Pues lo mismo con la pareja, ¿no creéis? Pues eso. Que los detalles no tienen fecha de caducidad como los yogures. Que los puedes tener en el momento que quieras, en el momento en el que más te apetezca o, como yo, en el momento en el que los sienta de verdad, de corazón. 

martes, 7 de febrero de 2012

Y cambiar un "sí" por ese "ya no puedo"

A él, le compren o no pañuelos, nunca le falta una sonrisa en su cara que regalar a los demás. Aunque no tenga absolutamente nada; aunque no vista ropa de marca; aunque tenga que dormir tirado en la calle, literalmente; aunque vengan miles de días grises, él no pierde ni la sonrisa ni la esperanza. Y es entonces cuando te das cuenta de la enorme fortaleza interior que tiene y es la que deberíamos tener cada uno de nosotros. No, no vale rendirse. Cambiemos un por ese ya no puedo. Por idealista que parezca, afrontemos la vida con alegría, en serio, por muy difícil o complicado que sea. Pero al menos decid eso de por mí, que no quede.
Y cuando das el paso de regalar algo más a los demás, que no tiene porqué ser material. A ver, que hay miles de gestos y de detalles que no tienen ningún valor económicamente hablando pero que tienen un enorme valor sentimental y emocional y son los que, en el fondo, valen de verdad y quedan latentes ahí en nosotros, creedme. 
Y es que al final te das cuenta de que, efectivamente, aunque suene grande... los imposibles también existen.