domingo, 21 de abril de 2013

Desahogo con-sentido (IX)


Una idea se me ha venido a la cabeza: el poder de elección y decisión personal.
Nos encontramos en un contexto en el que este «poder» se nos encuentra continuamente controlado, ya sea por instancias superiores de organización social, ya sea por aquellos que directamente la integran. Unas veces por imposición y, otras, por simple miedo. Miedo al qué dirán.

Y he aquí donde el género humano, dotados de racionalidad a diferencia de los animales, debe marcar la diferencia y no actuar como si de un rebaño de ovejas nos tratásemos, todos caminando en una dirección que realmente no sabemos ni de qué se trata. Pero que nosotros defendemos sólo por la ciega adoración a la persona que dijo de caminar en esa dirección.
Yo pienso que el problema radica en la relajación que experimentamos. Relajamos el músculo del pensamiento. Nos relajamos, en el sentido de que nos convertimos en «perezosos» para elegir lo que queremos realmente, dejando a ese líder en ciega adoración que elija por nosotros. Cuando las elecciones en determinadas cosas, son tan personales como la propia persona sobre la que concierne.

Y quizás la verdadera cuestión que deberían de plantearse todos y cada uno de nosotros sea: ¿realmente vivimos la vida que queremos o dejamos que los demás vivan por nosotros?

jueves, 28 de marzo de 2013

Los juegos también enseñan.

No sólo se aprende en la escuela o en la universidad. También se aprende de los palos que te da la propia vida, en la calle, viendo una serie o una película... y de los videojuegos.
El Herrero Zauz. The Legend of Zelda: The Phantom Hourglass.

miércoles, 30 de enero de 2013

"Y es cuando te das cuenta, que todo el mundo se ha ido, que estás tú sólo y nadie más. Que aunque haya personas que siempre van a estar ahí, tarde o temprano se irán. Que nada es para siempre. Que todo es efímero. Es un sentimiento de vacío interior. Como si te desgarrase por dentro. Soledad. Sentir como, a pesar de estar en una habitación llena de gente, te sientes solo. Que por mucho que grites, nadie querrá podrá escucharte. No sabes lo que haces. No entiendes el sentido de nada. Y mucho menos ya quieres encontrárselo.  Nada tiene sentido. Ni el porqué las letras "d" y "k" de mi teclado las adorna una lágrima. No tienes ganas de nada. Sólo tienes ganas de no estar. De no ver. De no sentir. La ignorancia. Modo stand-by desde por la mañana hasta por la noche. Cuesta. Todo cuesta cada vez más. Mucho más que la vez anterior. Impotencia. Impotencia de no poder controlar las cosas. De no poder separar pensamientos. De no poder olvidar recuerdos. De no poder cambiar cosas. De no poder viajar al pasado. De no poder revivir momentos. De no poder parar el tiempo. No. No se puede. Y nunca se podrá. Acéptalo. Va siendo hora. Crece. Enfréntate a tu rival. No, no puedo. Él es fuerte. Muy fuerte. Más que yo. No soy nada. ¿Qué soy? Nada. ¿Qué hago bien? Nada. Qué, qué, qué... ¿Por qué? Me pregunto siempre. Porqué. Porqué soy así. Qué pesimista eres. Eh. Hay que ver. No, realista. Bah. Es igual..." el chico, rendido, quedó dormido sobre su pequeño cuaderno. Al inicio de aquella página podía leerse una pequeña frase que, aunque se encontraba levemente humedecida, decía:
Porque a veces te sientes igual aunque pase el tiempo...

sábado, 26 de enero de 2013

Perdona, siento traerte esos malos recuerdos.
No te preocupes. Ya me he acostumbrado a que ella no esté aquí conmigo. Es como cuando cambiaron de la peseta al euro, o cuando de repente en el colegio nos dijeron que hay que llevar uniforme. Al principio te parece todo raro, pero con el tiempo te acabas haciendo la idea de que todo cambia. El paso del tiempo... es realmente escalofriante. Pero para bien o para mal, borra por igual tanto las alegrías como las penas.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Estoy harto. 
Estoy harto de que se me hable a voces cuando yo hablo a un tono más que normal.
Estoy harto de sentirme mal por cosas que yo ni he dicho, y menos, ni he hecho.
Estoy harto de que se me haga ver de una manera que no soy.
Estoy harto de tener que callarme una y otra vez aun sabiendo que tengo la razón.
Estoy harto de oír el dichoso "shh, cállate, HE DICHO QUE TE CALLES."
Estoy harto de no oír un buenas noches pero sí que apague la luz.
Estoy harto de tener que hacer esfuerzos por los demás pero que luego por mi, llegada la hora, nada.
Estoy harto de que se me haga sentir como el "raro", el "estorbo", el "vago", el "bastardo".
Estoy harto de tener que vivir siempre bajo unas directrices que no son, ni de lejos, las que me merezco.
Estoy harto de aun estando mal, tener que ponerme una sonrisa en la cara para aparentar "normalidad".
Estoy harto de no poder dormir a gusto y sin ningún tipo de preocupación ni una maldita noche.
Estoy harto de muchísimos sin sentidos que me rodean constantemente.
Estoy harto por esto y por muchas cosas más.
Estoy harto de vosotros. 
Estoy harto de ti.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Dependencia emocional.

Una enorme confusión se cierne sobre mi siempre que intento escribir acerca de algo. Aun teniendo el tema del que quiero escribir, un auténtico ejército de palabras rompen filas en mi cabeza sin dejar lugar al orden. Se mezclan así emociones y sentimientos, pensamientos y palabras que no permiten a un servidor enviar el mensaje que quiere al receptor. Al igual que dicen que cuando decimos algo y rima es verdad, cuando tienes un gran desorden en tu cabeza acerca de un tema, quiere decir que tienes tanto que decir al respecto, que no sabes ni por dónde empezar a tejer tu bufanda de palabras. Pero bueno, intentaré formar frases coherentes con las que rondan ahora mismo por mi ajetreada cabeza, como cuando intentamos formarlas con cada consonante o vocal de una sopa de letras.

Dependencia. Venía a hablaros de eso. ¿De la dependencia a secas? No. De la dependencia emocional. Esa que jode más que la material. Podríamos decir que la dependencia material se da lugar, normalmente y mayoritariamente, durante aquella etapa en la que somos pequeños. Esa dependencia material que teníamos hacia nuestros juguetes, la cual nos produce un sentimiento de tristeza, ira o enfado cuando alguien nos toca lo que es nuestro y solamente nuestro. Pero esta dependencia no desaparece durante una edad más temprana. Es más, es precisamente cuando crecemos cuando esa dependencia material parece que se nos transforma a una dependencia más bien emocional. Todo ello, pienso, consecuencia de madurar. De darnos cuenta que vale más lo emocional que lo material. Al menos para mi. Que lo material se ve, se puede valorar económicamente pero que sólo nos llena temporalmente: al contrario que sucede con lo sentimental. Esa transformación, al igual que cuando se nos caen los dientes de leche y comienzan a salir los definitivos, duele. A unos más que a otros, pero duele. 

Dependencia emocional... dependencia a una persona. Más bien, a los sentimientos de ésta. Es un asco. Es como ir en contra de la naturaleza de las personas. Matizo. Todos nacimos libres e independientes. De hecho, todos vivimos libres e independientes. Pero, ojo, esto no choca con que nos tengamos que relacionar con las personas. Una cosa es relacionarnos y otra depender. Sólo que el ser humano, como ser más imperfecto que es, comienza a querer siempre aquello que le produce un estado de bienestar satisfactorio. Es decir, en castellano: que si una persona se siente a gusto con otra, le importa tres pimientos eso de que es "libre e independiente", que a depender de esa persona cual suicida y se acabó. 
¿Y esto podemos determinarlo nosotros? Pienso que como todo. Cada persona es un mundo. Y, por lo tanto, no todos somos iguales. Así, habrá personas que posean un escudo antidependencia hacia personas y otras, que pobrecitas ellas, van a tener que asumir que sin la existencia de esa otra persona, la suya tendría poco sentido. 

Y, bueno, digamos que yo no tengo tal escudo...