martes, 25 de junio de 2013

Adiós, Junio

Junio. Ese mes al que la frase "tú antes molaba" le va como anillo al dedo. Bueno... depende de qué dedo. El caso, Junio, ese mes que de pequeño ansiabas que llegara y que conforme vas creciendo lo vas odiando cada vez más y más llegando al zénit del odio cuando llegas al maravilloso mundo universitario.  Este mundo que tiene la fama de estar compuesto de fiestas, resacas y más fiestas es tan falso como que los Reyes Magos exist... quiero decir, como que dos más dos son cinco.

Pero como el tiempo está en constante movimiento y la vida es un frenesí, todo lo que empieza consecuentemente termina. Aleluya. Comienza una nueva estación de las dos que existen en mi ciudad: o es verano, o es invierno. (Dejando de lado la estación del tren y la de autobuses). Porque existen dos verdades universales: que cuanta más te hace falta encontrar algo que necesitas no lo encuentras y que el verano no empieza el 21 de junio: empieza cuando uno acaba los exámenes maldita sea. 

Una estación que tiene la fama de "Oh, voy a hacer esto. Y esto otro. ¡Y aquello también!", y que al final la pasamos la mayor parte del tiempo en la piscina (o en la playa, quien tenga la suerte de tener en su ciudad), comiendo helado como si le fuera la vida en ello o en casa porque menuda crisis la que nos está cayendo y nos queda aún por sufrir.

Así pues, y sin enrollarme más... ¡FELIZ VERANO A TODOS! Y ánimo con los que tengan exámenes para Septiembre. Pensad que a la vuelta a las clases seréis unos seres sobrenaturales que no se cansarán al intentar escribir su nombre. Sin apellidos, eh. Sólo su  nombre.



Por cierto, el título de esta entrada se lo dedico a mi familia que siempre ha estado ahí. A Mike, joder Mike... gracias por tu apoyo. Y en especial a los [COMILLA, COMILLA, COMILLA] inteligentes [COMILLA, COMILLA, COMILLA] que saludan los meses en Twitter. 
¡Muá!




miércoles, 29 de mayo de 2013

Fin de ciclo.

Este mes se ha resumido en esto...


...que, a su vez, ha sido lo más importante que me ha ocurrido en muchísimo tiempo. Acabar un ciclo en mi vida. Una larga andadura que comenzó justo al acabar la Selectividad en el año 2009 y haber escogido como elección la carrera que comencé a estudiar ese mismo año y que ya este finalizo. Han sido cuatro años repletos de vivencias, unas buenas y otras no tan buenas de las que, como suelo decir, siempre se aprende. De las buenas, a sonreír recordándolas y deseando que vuelvan a ocurrir: de las no tan buenas, aprender de ellas para, en la medida de lo posible, nunca más cometerlas. 

Cuatro años. Parecía que fue ayer cuando estaba entrando por primera vez a una clase de Derecho. Y ahora, a punto de entrar en una de ellas por última vez, me es imposible evitar la nostalgia y el anhelo de Peter Pan de no crecer más. 

Pero no podemos quedarnos estancados en una etapa o época, porque sino sería paralizar el natural curso de la vida. Ahora es cuando toca pensar en nuevos proyectos, nuevas metas, nuevos objetivos. Y por muy difícil que parezcan las cosas en un momento determinado, hay que seguir adelante. Porque cuando algo se quiere de verdad, se lucha y se acaba consiguiendo.

Cuatro años... con sus más y con sus menos, con mis compañeros y amigos... los mejores de toda mi vida.

domingo, 21 de abril de 2013

Desahogo con-sentido (IX)


Una idea se me ha venido a la cabeza: el poder de elección y decisión personal.
Nos encontramos en un contexto en el que este «poder» se nos encuentra continuamente controlado, ya sea por instancias superiores de organización social, ya sea por aquellos que directamente la integran. Unas veces por imposición y, otras, por simple miedo. Miedo al qué dirán.

Y he aquí donde el género humano, dotados de racionalidad a diferencia de los animales, debe marcar la diferencia y no actuar como si de un rebaño de ovejas nos tratásemos, todos caminando en una dirección que realmente no sabemos ni de qué se trata. Pero que nosotros defendemos sólo por la ciega adoración a la persona que dijo de caminar en esa dirección.
Yo pienso que el problema radica en la relajación que experimentamos. Relajamos el músculo del pensamiento. Nos relajamos, en el sentido de que nos convertimos en «perezosos» para elegir lo que queremos realmente, dejando a ese líder en ciega adoración que elija por nosotros. Cuando las elecciones en determinadas cosas, son tan personales como la propia persona sobre la que concierne.

Y quizás la verdadera cuestión que deberían de plantearse todos y cada uno de nosotros sea: ¿realmente vivimos la vida que queremos o dejamos que los demás vivan por nosotros?

jueves, 28 de marzo de 2013

Los juegos también enseñan.

No sólo se aprende en la escuela o en la universidad. También se aprende de los palos que te da la propia vida, en la calle, viendo una serie o una película... y de los videojuegos.
El Herrero Zauz. The Legend of Zelda: The Phantom Hourglass.

miércoles, 30 de enero de 2013

"Y es cuando te das cuenta, que todo el mundo se ha ido, que estás tú sólo y nadie más. Que aunque haya personas que siempre van a estar ahí, tarde o temprano se irán. Que nada es para siempre. Que todo es efímero. Es un sentimiento de vacío interior. Como si te desgarrase por dentro. Soledad. Sentir como, a pesar de estar en una habitación llena de gente, te sientes solo. Que por mucho que grites, nadie querrá podrá escucharte. No sabes lo que haces. No entiendes el sentido de nada. Y mucho menos ya quieres encontrárselo.  Nada tiene sentido. Ni el porqué las letras "d" y "k" de mi teclado las adorna una lágrima. No tienes ganas de nada. Sólo tienes ganas de no estar. De no ver. De no sentir. La ignorancia. Modo stand-by desde por la mañana hasta por la noche. Cuesta. Todo cuesta cada vez más. Mucho más que la vez anterior. Impotencia. Impotencia de no poder controlar las cosas. De no poder separar pensamientos. De no poder olvidar recuerdos. De no poder cambiar cosas. De no poder viajar al pasado. De no poder revivir momentos. De no poder parar el tiempo. No. No se puede. Y nunca se podrá. Acéptalo. Va siendo hora. Crece. Enfréntate a tu rival. No, no puedo. Él es fuerte. Muy fuerte. Más que yo. No soy nada. ¿Qué soy? Nada. ¿Qué hago bien? Nada. Qué, qué, qué... ¿Por qué? Me pregunto siempre. Porqué. Porqué soy así. Qué pesimista eres. Eh. Hay que ver. No, realista. Bah. Es igual..." el chico, rendido, quedó dormido sobre su pequeño cuaderno. Al inicio de aquella página podía leerse una pequeña frase que, aunque se encontraba levemente humedecida, decía:
Porque a veces te sientes igual aunque pase el tiempo...

sábado, 26 de enero de 2013

Perdona, siento traerte esos malos recuerdos.
No te preocupes. Ya me he acostumbrado a que ella no esté aquí conmigo. Es como cuando cambiaron de la peseta al euro, o cuando de repente en el colegio nos dijeron que hay que llevar uniforme. Al principio te parece todo raro, pero con el tiempo te acabas haciendo la idea de que todo cambia. El paso del tiempo... es realmente escalofriante. Pero para bien o para mal, borra por igual tanto las alegrías como las penas.