miércoles, 21 de diciembre de 2011

Desahogo con-sentido (III).

Qué triste sería ser como quieren que seas...

A ver, quería hacer un llamamiento a ese tipo de personas que carecen de una cosita que no se ve, ni se toca, ni huele, ni se come (aunque algunos lo hagan de la de otros, y ahora más adelante lo comprenderéis) pero que se siente por así decir: personalidad. Así que si te consideras una persona que la tiene, puedes dejar de leer y aprovechar el tiempo en algo más constructivo, como por ejemplo sacar a tu pez de paseo o similares. Si crees que la tienes pero no estas seguro, lee campeón (o campeona, ya sabéis, paridad ante todo) porque sí dudas es que no tienes. La personalidad es como el querer a alguien: o estás seguro al 101% o sino apaga y vámonos.

Pues bien, a ver, padre mío (o madre mía) ¿qué te cuesta dejar de copiar a los demás y comenzar a ser tú mismo (o misma)? ¿No crees que va siendo hora de madurar? ¿No crees que va siendo hora de hacerte con una personalidad propia e independiente del resto? Porque vamos, si eres tan mayor para unas cosas, lo eres perfectamente para otras, creo yo vaya. Vamos, que no me vayas a ser gallo de noche y gallina de día, porque no. En serio, hazte con una: es un consejo. No vayas a pensarte que es que voy a comisión o algo por el estilo. No, no. Además que no merece la pena. Apenas ganaría ni para comer, de la poca gente que se ha decidido a adquirir una personalidad propia. 

Así es que, recordando al famoso anuncio de televisión que va de un banco y lo hizo un famosísimo presentador de noticias (quién tenga una leve cultura general de televisión ya lo sabrá) lo puedo decir más alto pero no más claro: píllate una personalidad, en serio, que es una gran inversión de futuro. Y de paso, ya que estás puesto en ello, totalmente gratis y sin gastos de envío, una vida. Y deja ya la de los demás un poquito en paz.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Desahogo con-sentido (II).

El espíritu navideño. Eso que tanto se habla ahora por estas fechas pero que nadie ha visto desde hace tiempo. Espíritu navideño... ¿qué es eso? ¿Observar cómo tu ciudad se convierte en un salón de juegos recreativos? Porque yo comparo a las ciudades (la mayor parte) con eso, con un gran salón de juegos recreativos, de esos a los que los menores de dieciocho años no pueden entrar (o no deben, al menos). Pues esos, los mismos. En éstos, suele haber bastante iluminación, miles de lucecillas que parpadean sin parar hasta que acabas mareado de ellas; mucha pasta como diría cualquier ciudadano de a pie, mucha circulación de dinero contante y sonante, lo que viene a ser el consumismo en las ciudades, ese impulso constante de comprar, comprar y, oh sí, comprar. Que luego llega el día de navidad, el veinticinco (por si algún despistado no lo sabe, y si eres más de Papa Noel) o el seis de enero (si eres más de los Reyes Magos) y quieres tener más regalos que nadie, lo último de lo último, lo más de lo más, para luego poder ir allá donde vayas fardando de eso (hasta que se te caiga al suelo y se te acabe jodiendo rompiendo, a lo que rápidamente vas a hacerte con otro de esos). 
Que eso otra, ¿qué  es eso de "yo soy más de Papa Noel" o "yo soy más de los Reyes Magos"? Señoras y señores, la mentalidad del fútbol ha rebasado fronteras insospechables: de los creadores de "yo soy del Madrid/yo soy del Barça" llega a vuestras pantallas por estas fechas tan señaladas, "Papá, Mamá, yo soy de Papa Noel/yo soy de los Reyes Magos". Y luego estará el listo que pille cacho por los dos sitios, pero bueno, eso es ya otra movida. 

Bueno, conclusión, ¿qué es el espíritu navideño? ¿Qué fue de esas largas noches sin dormir esperando que llegase el día siguiente ansioso para salir al salón y contemplar cómo bajo vuestro árbol había al menos algún paquete para ti? Sinceramente, y salvando las distancias, pienso que, aunque aún quedan supervivientes por ahí que continúan con dicha especie en peligro de extinción dentro de sí, el espíritu navideño murió hace mucho tiempo catapultado por los enormes y pesados cimientos del consumismo navideño.

Fdo: El espíritu navideño.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Desahogo con-sentido (I).

A veces, en la vida, ocurren cosas, acontecimientos, que cuando llegan a nuestros oídos o simplemente nos damos cuenta de ellos, nos quedamos un poco como "¿¡Hola!? ¿Y esto porqué?" Sí, sí, ya sabéis. Cosas que con toda seguridad sabéis que, si lo hubierais hecho alguno de vosotros, se os mandaría directamente a la hoguera, crucificándoos previamente, para disfrute de todas las hienas que por allí transitasen.
Pero claro, en realidad y por lo general, nosotros mismos conocemos las razones del porqué sucede esto. Del porqué de la impunidad de ciertas personas ante acontecimientos que, repito, si lo hiciéramos alguno de nosotros, simples mortales, se nos caería hasta el pelo de las cejas. La razón de esto es bastante sencilla a la vez que absurda: porque se creen que tienen el control. Se creen que son importantes o yo qué sé, se creerán algo y todo. Y no son personas que se monten una película que ni ellas mismas comprenden. O mejor dicho, qué digo película: ¡gente que se monta toda una superproducción en toda regla! 
No, no. Son personas que tienen ese estúpido defecto de creerse superiores a los demás. No sé de que vais a veces, pero si pensáis que así vais bien por la vida, estáis muy equivocados (y equivocadas, que no quiero que me vengan luego con que no uso la paridad en mis expresiones lingüísticas). Y que uno puede ser bueno, vale. Pero que de bueno a gilipollas hay un paso. Paso que creo que en más de una ocasión habré dado, por una cosa o por otra. Pero, desde ahora, paso que no está en mis planes dar.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Milagros.

Desde que estamos en este mundo, casi todos los días pasan cosas imposibles, que no se pueden entender y algunas ni nos deparamos a observarlas. Y cuando la gente no entiende algunas cosas que suceden, dicen que son un milagro. Pero no nos equivoquemos pensando que un milagro, aunque sea lo normal, siempre conlleva que sea bueno. A veces los milagros son así y otras veces no, dan hasta miedo. Aunque hay gente que no cree en ellos, como todo. Pero éstas mismas personas, hasta que no les sucede alguno, no se dan cuenta de que se equivocan.
Dicen que las desgracias nunca vienen solas, ¿verdad? Igual a los milagros les ocurre lo mismo. Que un día comienzan a pasar y ya nunca se acaban.

domingo, 23 de octubre de 2011

Las grandes historias.

<<Igual que en las grandes historias, las que realmente importan, llenas de oscuridad y de constantes peligros, esas de las que no quieres saber el final porque...¿cómo van a acabar bien? ¿Cómo volverá a ser el mundo lo que era después de tanta maldad como ha sufrido? Pero al final, todo es pasajero. Como esta sombra. Incluso la oscuridad se acaba para dar paso a un nuevo día. Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo que ya lo entiendo. Ahora lo entiendo. Los protagonistas de esas historias, se rendirían si quisieran pero no lo hacen, siguen adelante, porque todos luchan por algo.>>
— Samsagaz Gamyi, The Lord Of The Rings.

Y yo añado: Todos luchan por algo que quieren y que desean más que a nada ni nadie en este mundo. Algo por lo que creen. Algo por los que les llena y les mantiene con vida en este mundo. Algo que es como el motor que hace que día a día se levanten de la cama y les dé sentido a cada cosa que hacen, que dicen o que llevan a cabo. Algo llamado sueño, propósito, meta... en definitiva, algo que es su razón de ser y de existencia en este escenario de un gran teatro llamado mundo.
 

domingo, 9 de octubre de 2011

Arriésgate.

Siempre es bueno tomar riesgos. Y además, tomar un montón de ellos. No te quedes con las ganas de hacer algo nunca, o por el contrario, jamás sabrás qué tal te habría salido. 


¡Si caes siete veces, levántate ocho!
Porque sinceramente, no importa dónde termines ni con quién. Siempre vas a terminar de la manera que debería ser. Aunque no nos confundamos: no creo en el destino. En lo que sí creo es en el presente, en que lo que vayas haciendo día a día tendrá sus respectivas consecuencias en un futuro, a veces cercano y otras lejano. Pienso que el destino no nos viene impuesto, que no hay nada escrito sobre nosotros, que no nacemos y tenemos un guión predeteminado ya hasta el día que desaparezcamos de este mundo. No. Somos nosotros los que vamos escribiendo nuestra propia historia y tenemos la potestad, unas veces más amplia y otras veces menos, de confeccionar nuestro día a día, nuestra vida, como nosotros queramos. Tus errores te hacen ser lo que eres. Yo soy de los que piensan que el mejor maestro que puede tener una persona es el error. Porque ellos te ayudan a aprender y crecer con cada elección que tomes, con cada cosa que hagas, con cada camino que decidas emprender en tu vida. Todo lo que uno hace a fin de cuentas vale la pena.
Siempre sé tú mismo y jamás te arrepientas de nada, simplemente aprende de ello.

viernes, 30 de septiembre de 2011

De esos...

De zapatillas y sudadera, así de simple, sin complicaciones alguna. De esos que tienen la empatía demasiado alta: de esos que se ríen cuando los demás lo hacen y lloran al ver a otros en esa misma condición. Así de tonto, así de sentimental.
De esos que prefieren conocer a unos pocos buenos, que no a muchos malos, anteponiendo la calidad a la cantidad.
Introvertido algunas veces, extrovertido otras. Dejémoslo en un atrevido un tanto tímido. Bipolar. De los que se rallan por todo. Y cuando digo todo, es todo. Celoso a momentos. De esos de los que si el rencor tuviera fecha de caducidad se le echaría a perder. Con poco que envidiarme los demás, con mucho que envidiar yo de los demás. Así pues, humilde. Pero orgulloso cuando de defender algo que me importa se trata. De esos que prefieren cine a botellón, playa a montaña, letras a ciencias.
Enamorado de las puestas de sol, de los paseos por la orilla de la paya, del tacto de la arena en mis pies, del sentir de las olas en mi piel.
De los que se quedan embobados viendo cómo llueve una aburrida tarde de domingo, y les encanta ese indescriptible olor a tierra mojada que queda tras el aguacero. 
De los que les gusta levantarse y respirar y oler el aire fresco de la mañana. De esos que tienen cuadernos con apenas unas líneas escritas y lleno de tachones. De esos que se plantan frente a un papel y les encanta dar rienda suelta a su humilde y pequeña imaginación.
De esos que ven a una chica y en lo primero en lo que se fija, por extraño que parezca, es en sus ojos. Y lo segundo, en sus labios. De esos para los que la nostalgia es el pan nuestro de cada día, y algunos recuerdos algo de lo que huyen constantemente. De los que se ocultan para llorar y se suelen guardar para sí demasiados sentimientos; unas veces contradictorios, otras veces sin sentido y bastante improbables. De esos para los que la palabra imposible no existe. En todo caso, improbable. De esos que piensan que la distancia es un castigo, y el dolor a veces un capricho innecesario del ser humano. De los que hacen de la mala suerte y el mal tino, un verdadero hábito de vida.
De los que tienen como mejor maestro al error. Y es el único con el que parece aprender un poco cómo funciona esto llamado vida, todo el mundo que tiene bajo la suela de sus zapatillas.