martes, 12 de abril de 2011

Con M de México.

Cuando al pop-rock se le mezcla con un poco de tequila se puede producir un cóctel explosivo. Se llama Maná.
La verdad es que grupos como este quedan pocos en nuestros días. Grupos que se alejen del constante comercialismo en sentido estricto y que no muestren ese interés como otros en tan sólo querer globalizarse allá por donde van. A ellos no les hace falta eso. Son humildes y artesanales en su oficio, lo que muchos ya quisieran. Quedan pocos grupos como este que sepan reflejar tan bien y de una manera tan bella los sentimientos y las emociones. Como en Vivir sin aire, donde hacen una alegoría a las cosas materiales que nos son necesarias para sobrevivir y a pesar de la condicion de imprescindibles que tienen las mismas, querer vivir sin ellas, para indicar que hay una persona que es tan necesaria para él como el mismísimo aire para un ser humano, el agua para un pez... Y también esos otros hechos que ocurren día a día, como puede ser la sencilla historia de un hombre que se emborracha por el amor de una mujer que no le corresponde: eso es Clavado en un bar. Y, en fin, así podría seguir con todas y cada una de sus canciones, extrayendo de las mismas hasta el más mínimo detalle que tratan de expresar.
Aunque claro, siempre tenemos una canción que nos hace conocer a un nuevo grupo, y en mi caso, fueron dos y que marcaron el inicio de mi interés por ellos: Rayando el Sol y Eres mi Religión. Y ¿cuánto hace de esto? La verdad es que en comparación para el tiempo que llevan en activo, que es ni nada más ni nada menos que desde 1978 (mismo año de la promulgación de nuestra Constitución Española, curiosamente) es relativamente poco, tan sólo seis años. Pero seis años demasiado intensos podría decir. Seis años durante los cuales han coincidido los lanzamientos de dos discos de ellos. Seis años durante los cuales he tenido hasta la tremenda y excepcional ocasión de poder ir a verles en directo a un concierto, el primero al que he acudido en toda mi vida, en verano de 2007. Fue de estas cosas para lo que adjetivos como genial, estupendo o fantástico se quedan realmente cortos. Pero de esas cosas que, hasta que no pasan y acaba todo, no tomas cuenta de una manera completa lo que has hecho, donde verdaderamente has estado y lo que has presenciado con tus propios ojos. Y ya te queda el recuerdo y ese sueño de poder volver pronto a repetir ese tan perfecto día.

También, y como suele pasar normalmente, conoces al grupo por que oyes la canción de otra persona que la está escuchando, o la oyes de repente en la radio y capta tu atención, o sale en un anuncio o veintemil situaciones más. Pues bien, la "culpable" de que conociese a este grupo y se convierta para mi en lo que se ha convertido, la tiene mi madre. Y desde entonces y suene como suene, nada, absolutamente nada, ha sido lo mismo. Maná me ha acompañado a lo largo de todo este tiempo con sus canciones. Canciones con las que tanto he casi llorado, caso de El muelle de San Blas, como que he saltado, gritado y chillado, caso de Me vale. 
Aunque me han acompañado en los buenos momentos, sobre todo lo han hecho en aquellos no tan buenos, en esos instantes en los que parece que nada ni nadie te comprende o no te llegan a consolar lo suficiente, y te sientes como un verdadero bicho raro entre la multitud. Y es entonces cuando encontraba correspondencia en alguna de sus canciones, en su música. Porque como el vocalista de la banda dijo no hace mucho, Fher Olvera, La música es curativa. Y tanto.
Mañanas y mañanas me las he pasado de camino al instituto escuchándoles desde bien temprano. Ahora por las tardes de camino a la facultad. O en el bus. O en la ducha. O simplemente tumbado sobre la hierba en esas tan aburridas tardes que me las pasaba en el campo cuando en mi mente sólo parecía haber más y más problemas, más y más preocupaciones. Y me ocurre, que no me canso de ellos en ningún momento. Que no me pasa como con otras canciones, que cuando las escuchas un par de veces ya estás de canción hasta ahí. No no, Maná es otro mundo. O al menos para mi. Porque cada vez que escucho una canción de ellos voy extrayendo más y más detalles de todo lo que quieren expresar a través de sus letras. Y descubres poco a poco ese pequeño mensaje que te quieren transmitir y que constituye la esencia de la canción.
Y hoy mismo, 12 de Abril, han sacado un nuevo disco después de que pasaran cinco años desde su último álbum de Amar es Combatir. Ha sido un disco realizado a fuego lento y con verdadero aroma a dolor de pérdida, ya que durante la grabación del mismo, Fher Olvera ha tenido que afrontar la dura pérdida de su madre y de su hermana. Y de ahí el título de Drama y Luz, lo que para ellos quiere decir que es golpeada y se levanta constantemente. Un constante caer y volver a levantarse. Y de la constatación de Fher, tras todos esos indeseables sucesos acaecidos, de que "en la vida no se puede controlar todo" nace este disco.
Es Drama y Luz. Dolor y esperanza. Ángeles y Demonios. Energía positiva. Maná. Nadie como ellos conoce el verdadero valor de la caída y del triunfo.

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