martes, 19 de abril de 2011

Mareas de Sueños.


Sé que es una cosa que carece de realidad o fundamento, y que no deja de ser un deseo, una esperanza sin probabilidad de realizarse: un sueño. Sé que esto es algo completamente irreal. Sé que es algo completamente improbable. Que tanta suerte no puede tener uno después de tantos y tantos años sin llegar a conocerla. Porque todo siempre son espejismos de lo que uno realmente desea. Y va andando tanto y tanto incesantemente hacía eso que quiere a la par que le ciega, que se acaba estampando contra el muro que tiene delante. Porque la vida es una ilusión, una sombra, una ficción. Y el mayor bien es pequeño. Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. 
Que sé y asumo que de un momento a otro puede aparecer un nudo en mi estómago, que todo se vuelva negro, que se me quiten las ganas de todo y que mis ojos humedezcan por no sé qué vez ya. Pero mira, mientras tanto habrá que disfrutar del momento y de esas pequeñas cosas que son la esencia de la mismísima vida, ¿no? Venga, pongamos en práctica ese bonito y conocido latinajo que dice Carpe Diem y a mandar.

La verdad es que a la vida le encuentro un curioso parecido con el mar: lo mismo estamos de bajamar que de pleamar, que de repente llega un tsunami y arrasa completamente con todo sin ningún tipo de distinción. Y es ahí entonces donde se demuestra si nuestra humana e imperfecta estructura interna es o no es lo suficientemente fuerte como para aguantar una dura caída tras una gran subida en esta montaña rusa llamada vida.
Porque no hay que temer soñar, si se va bien armado.

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