domingo, 8 de enero de 2012

¿Qué tal si nos bebemos nuestros problemas?

¿Sabéis cual suele ser el uno de los problemas más tontos del ser humano? El crearse problemas de donde no los hay, sacar agua del pozo que está seco. En este orden de cosas,  el preocuparse cuando algo parece que no va bien. Diréis, oye, que eso no es un problema... que cuando alguien se preocupa por algo, es porque ese algo le importa. Sí y no, me explico. Como he dicho, cuando algo parece que no va bien. Eso es. En los tiempos que corren, que algo vaya bien suele ser bastante extraño. Ya más aún que vaya muy bien. Siempre suele suceder algo que joda rompa ese gran momento que parecía que era perfecto, esa situación que parecía que iba a para sobresaliente y se queda en el suficiente raspado y gracias. Las personas suelen padecer un extraño suceso: dícese de aquel que está tan acostumbrado a que algo vaya bien que cuando sucede cualquier cosita, por pequeña que sea, ya se está rallando. Y algunas, creédme, son tan insignificantes como el cerebro de un mosquito (o de un cani, ya puestos en el caso).

En fin, la cosa es que siempre, siempre, todos tenemos problemas: ESO ES UN HECHO. Lo que tenemos que intentar hacer es deconstruirlo, hacerlo pequeños añicos como si de un cristal roto se tratase, hasta hacerlo desaparecer. Os pondré un ejemplo: pongamos que el contexto donde nos encontramos es un vaso, un vaso de cristal. Y el problema nos viene en forma de agua, de agua que un tercero nos vierte encima. Ante esto, lo que solemos hacer es ahogarnos en él (yo el primero). Pero, digo yo, ¿y si nos la bebemos? ¿No serían las cosas mucho más fáciles si nos bebiéramos nuestros problemas? Claro que sí, ¡y brindemos a la salud de quien nos ha vertido el agua encima! ¿Porqué? Porque gracias a esa persona, uno aprende. Aprendemos de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros compañeros... ¡yo aprendo hasta de mi gato! Y, también y porqué no, de nuestros enemigos. Yo aprendo mil veces más de mis errores y de mis enemigos que de las cosas bien hechas y de mis amigos. Recordad que gracias al dolor uno aprende a defenderse. ¿Bicho raro? Quizás, quien sabe. Pero dejadme que me gusta.

Y ahora, para acabar, os dejo con una canción de Extremoduro de la que personalmente me encanta la letra.

Acostumbrado a escapar de la realidad, perdí el sentido del camino.


3 comentarios:

  1. Qué buena entrada, Fran. En los últimos instates del segundo párrafo puedes poner una famosa frase de Cervantes que dice algo así como: “¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías?” :3 felicitaciones.

    ResponderEliminar
  2. Me encanta la entrada de principio a fin. Simplemente GENIAL.

    ResponderEliminar
  3. En primer lugar, ¡muchísimas gracias Rafa! Eso mismo dijo en el Quijote, y qué razón tiene.

    Y en segundo lugar, ¡muchas gracias a ti también! Todos los ánimos son buenos para seguir escribiendo cada vez más y con más ganas.

    ¡Saludos a ambos!

    ResponderEliminar