lunes, 25 de abril de 2011

La felicidad siempre depende de algo.

Una vida rodeada de amor es bueno pero aún mejor si la felicidad no depende de ello.

¿Y porqué? Porque se puede ser felices de muchas maneras y de hecho algunas son hasta absurdas como cuando tu equipo marca un gol, en el último minuto, de penalti injusto; o madrugar y luego darte cuenta de que aún te quedan un par de horas de sueño por delante y sigues durmiendo. ¿Quién no ha sido feliz en esos momentos?
Pero a pesar de todo ello, yo os digo que es mejor que la felicidad no dependa de eso llamado amor, porque hay mucha gente que si no es por él no es feliz ni es nada ni nadie. Que no está mal tenerlo, pero hay que saber hasta qué límites llegar. Y entonces puede pasar que, sin quererlo ni beberlo, suceda cualquier cosa, algo empiece a no ir bien y esa persona con la que estás te abandone y entonces...¿qué? Que lo único que sostenía tu felicidad, al único pilar donde confinaste todo, se desmorona y te quedas roto, destrozado, mal. Y tan sólo los amigos y la famillia medio pueden hacer que vuelvas a flote en un proceso lento y costoso, muy costoso. 
Todo esto, como todo, lo digo por experiencia propia.

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